Reflexiones sobre un Domingo histórico

jueves, 18 de agosto de 2011





Ayer me invitaron a participar de un programa de radio para debatir sobre las primarias que se llevaron a cabo el Domingo 14 de Agosto en todo el país. Esa charla me dio pié a escribir algunas ideas sobre lo ocurrido y es lo que van a encontrar en estos breves párrafos.


De las primarias se pueden sacar varias conclusiones (tentativas eso si) sobre su impacto en el escenario político y partidario.


Para comenzar a analizarlas, primero debemos partir de cuales eran en teoría, los objetivos que se perseguían con la implementación de las primarias. Considero que los principales fueron dos.
El primero de ellos, el más básico, era el de selección de los candidatos para la elección de Octubre. Ahora, la diferencia con situaciones pasadas, estaba en que a partir de entonces, todos los ciudadanos iban a elegirlos y no los afiliados a los partidos o los individuos que voluntariamente quisieran participar (como en las internas abiertas). Desde la instauración de las primarias, la participación en la selección de los candidatos pasaba a ser no solo un derecho sino también una obligación. Esto lleva a dos factores positivos (en teoría) de la introducción de las primarias. Por un lado, una mayor participación e intromisión de la ciudadanía en la vida política. Por otro, en una mayor democratización interna de los partidos donde los ciudadanos “deberían” elegir un candidato para las generales de entre todos los ofertados de un partido de preferencia.

El segundo objetivo, a partir del establecimiento de un piso mínimo de votos para “clasificar” a Octubre y la imposibilidad de conformar alianzas post-primarias, estaba en ordenar el mapa partidario en vistas a la competencia general. Si bien esto es positivo también tiene su resultado negativo, y es la negación a participar de la general a partidos que no logran un piso mínimo de votos. Esto lo pienso más que nada por la representación parlamentaria.


Teniendo en cuenta estos dos objetivos generales, podemos pensar en si se han cumplido o no en la práctica. A partir de la evidencia, podemos decir que mientras el primer objetivo no se cumplió estrictamente, el segundo si. Veamos a qué nos referimos. Decimos que el primer objetivo no se cumplió, por el hecho de que la selección de los candidatos partidarios ya se había hecho previamente. Es decir, los ciudadanos no tuvieron la posibilidad de elegir (en la inmensa mayoría de los casos) entre diferentes alternativas de su partido de preferencia, sino que de cada fuerza tenían una sola lista. Esta situación, debemos ser justos, no se la debemos achacar a las primarias, sino a la cultura partidaria argentina donde las internas no han sido justamente el denominador común para elegir candidatos. El radicalismo ha sido el único partido que a nivel nacional ha cumplido (por lo general) con la práctica de las internas. El justicialismo no la lleva a la práctica desde la elección de Menem y Cafiero. Y de los partidos emergentes prácticamente ninguno la ha implementado. En definitiva, la falta de elección interna en los partidos es un problema que las primarias, todavía no han logrado superar. Veremos más adelante…

Si creemos que se ha cumplido con el segundo objetivo. Es decir, ahora sabemos a ciencia cierta qué candidatos y qué partidos están en condiciones de participar en las elecciones de Octubre. Esto es importante, más cuando estamos en un contexto político donde el sistema partidario vive constantes cambios producto de la aparición de alianzas que ya sabemos desde el vamos que no durarán más allá de las elecciones. La implementación de las primarias, no elimina esta práctica, pero si la dificulta pues se pueden conformar antes de las mismas pero no después. El contexto argentino es una muestra de la importancia de la introducción de esta cláusula.


Lo que hemos presentado hasta aquí, son ideas respecto a una primera evaluación de las primarias a partir de sus objetivos. Ahora bien, ¿qué impactos han tenido sobre el escenario político? Pensamos en tres.


1)El más evidente: un fuerte respaldo hacia el gobierno nacional en todo el país (salvo la “isla” de San Luis). Para el oficialismo, esta elección primaria no podría haber llegado en un mejor momento, pues le sirvió para fortalecerse dentro de un contexto que para muchos, le estaba siendo cada vez más adverso: por derrotas electorales provinciales y por casos judiciales como el de los departamentos del Juez Zaffaroni y el conflicto Madres de Plaza de Mayo – Pablo Schoklender.

2) Un fuerte golpe hacia la oposición. Quizás tengamos aquí la muestra mayor de la importancia de las primarias. Días antes de la elección, escuchamos a diferentes candidatos subestimar la relevancia de la jornada electoral, con términos como “ensayo general” o “encuesta seria”. Conociendo los resultados ¿podemos decir que lo del Domingo fue un ensayo general o encuesta seria? Parece que no, más si vemos el impacto sobre ganadores y perdedores. El triunfo del oficialismo resalta aún más por la fragmentación de la oposición. Esto es, el gobierno logró el 50% de los votos a nivel nacional. Esto significa que de cada dos argentinos, uno los votó. No debemos olvidarnos del que NO los votó, que es parte de la otra mitad del país. Ahora bien, ¿cómo se ve representada esa otra mitad? Evidentemente, de manera muy fragmentada entre diferentes visiones sobre el mundo. Diferentes visiones que en la mayoría de los casos, son confusas (Alfonsin, Carrió) y hasta retrotraen a un pasado al que la mayoría no quiere volver (Duhalde). La única postura opositora que ha demostrado coherencia y el que creemos mejor queda posicionado para Octubre es Binner, quien en solo cinco semanas de campaña alcanzó el 10%. Si bien, llegó cuarto en la elección, es cierto lo que muchos dicen: este es su “piso”, mientras que el porcentaje de otros es su “techo”.


3)Una última reflexión gira en torno a la pregunta que muchos se están realizando: “¿Para qué Octubre?” Este es un riesgo de las primarias de la manera que se implementó (volver a objetivo número 1). Al haber sido una elección donde los candidatos (previamente elegidos) se midieron electoralmente hablando, y donde la diferencia entre el primero y el segundo ha sido de más de treinta puntos, lleva a muchos (Incluso candidatos presidenciales) a pensar que presentarse en Octubre no tiene sentido pues el resultado ya está determinado. Esto ha llevado a varios a resaltar la importancia de la elección parlamentaria por sobre la presidencial, cuestión que sería inaudita para un sistema que se llama, valga la redundancia, presidencial.
En definitiva, hemos presentado algunas ideas a modo de reflexión, sobre el impacto de una práctica que debe indefectiblemente institucionalizarse en la vida política y partidaria argentina. El tiempo nos irá dando las respuestas a las incógnitas que nos han quedado sin respuesta.

La estrategia radical

viernes, 3 de junio de 2011




En el día de ayer pasaron varias cosas vinculadas al radicalismo. Por un lado, fracasaron definitivamente las negociaciones con el socialismo para conformar una coalición a nivel nacional. El sentido de esta asociación era el de intentar construir una alternativa progresista al kirchnerismo, manteniendo vigentes las políticas que se consideraban positivas y corrigiendo aquellas que se percibían como negativas (sea el caso de la inflación o el indec). Esta alianza no pudo llevarse a cabo por el hecho de los acercamientos cada vez más concretos que el radicalismo de manera paralela estaba estableciendo en la Provincia de Buenos Aires con De Narváez. Frente a esta situación, Binner desistió de participar en dicho espacio, al considerar incompatible compartir lista con el potencial candidato a gobernador bonaerense. Ahora bien, ¿qué decidió hacer a nivel nacional el radicalismo ante la negativa socialista? Efectuó un cambio rotundo, y en la misma línea de lo que anteriormente ocurrió en la Provincia de Buenos Aires: renunció a tener un candidato de centro izquierda (en Buenos Aires el caso fue Stolbizer y en el país Binner) a uno más de centro o centro-derecha (en Buenos Aires De Narváez y en el país González Fraga). Frente a esta situación ¿cómo puede evaluarse esta decisión y qué futuro le puede deparar a la estrategia electoral del radicalismo?


Recordemos nuevamente la idea inicial respecto a la idea desde el radicalismo de construir una alternativa progresista al kirchnerismo. Esto es lo que intentó hasta el día de ayer y fracasó, lo cual derivó en las alianzas que terminó tejiendo. Ahora y pensando en la reacción del electorado independiente ¿Cómo evaluará este último la decisión del radicalismo de vincularse con actores que difícilmente puedan ser etiquetados dentro de un proyecto progresista? Rosendo Fraga en una nota que publicó en el día de hoy en La Nación ( http://www.lanacion.com.ar/1378610-alfonsin-opto-por-un-frente-de-centro ) señala que este cambio de perspectiva también implica una modificación en el tipo de votante al cual se busca conquistar. Recordemos que como nos demostró Juan Carlos Torre, el votante radical es más ambivalente y menos constante que el peronista. Frente a este escenario el electorado radical es más volátil y por ende, el partido debe conquistar otros votantes. Siguiendo a Rosendo Fraga, la estrategia radical significó pasar de la búsqueda del electorado de centro-izquierda (más vinculado con el socialismo) a uno más de centro (votantes vinculados con el PRO y el peronismo federal). El cambio de estrategia es notorio y posiblemente, tendrá impacto en el electorado pues el radicalismo se aleja de un sector para acercarse a otro. La lógica es que perderá votos (centro izquierda) pero al mismo tiempo compensará con otros (centro derecha). La cuestión es si se gana con el cambio. Volveremos a esto más adelante.

Ahora, ¿Qué consecuencias puede traer esto en el futuro? A diferencia de Rosendo Fraga, no estoy de acuerdo en que la decisión adoptada haya sido la mejor. El radicalismo tenía una oportunidad histórica de reposicionarse en el escenario político como una fuerza política progresista. La manera de hacerlo era no sólo construyendo un mensaje en este sentido, sino también llevando candidatos que sean reconocidos por el electorado como defensores de esta postura. La obstinada aspiración de contar con la pata peronista llevó al radicalismo a construir lazos con personas cercanas al peronismo crítico al kirchnerismo, el cual recordemos, dista de ser propio de un peronismo progresista (sino todo lo contrario).


Pese a esto, considero que difícilmente Alfonsín conquiste a nivel nacional el electorado propio del peronismo federal estando Rodriguez Saa y Duhalde como candidatos a Presidente. Por ende, el único sector político al cual puede aspirar a conquistar es el que pensaba votar al PRO, el cual si proyectamos se dividirá entre estos tres candidatos. Esto se entiende mucho mejor, si se piensa en el electorado que quedará marginado por la estrategia radical: aquel que podía pensar en votar al radicalismo ante una alianza con el Socialismo. Dicho electorado de centro izquierda (progresista pero crítico del kirchnerismo) con el cambio de estrategia radical ha quedado huérfano, en tanto se ha quedado sin candidato. Claro está, hay una solución para este sector: que se presente Binner como candidato a Presidente. Si esto ocurre, se demostrará con mayor fuerza el error estratégico del radicalismo, pues mientras que el voto progresista se dividirá entre el Kirchernismo y el socialismo, el voto de centro se dividirá entre Alfonsín, Duhalde y Rodriguez Saa. El punto es el siguiente: el radicalismo renunció a un electorado que no tenía candidato para pasar a buscar el voto peronista crítico que ya tiene candidatos. Ese electorado crítico pero no de una tendencia de centro derecha ha quedado “huérfano” (nuevamente siguiendo a Torre) y su futuro dependerá de lo que haga Binner y no Alfonsín. Es decir, ¿un votante de estas características podría votar por candidatos que han defendido a Menem, Duhalde o Moneta? Lo veo difícil…


La conclusión es la siguiente: El error radical le ha allanado el camino a Cristina Kirchner para ganar en Octubre. La pregunta a responder a futuro es ¿Por cuánto?

Néstor Kirchner y su impacto

lunes, 1 de noviembre de 2010


El Miércoles pasado era desde el vamos un día histórico para la Argentina pues se hacia un nuevo censo nacional. Sin embargo, con el correr de la mañana nos fuimos enterando de una noticia que derivó en un cambio respecto a la “historicidad” de la jornada. Había fallecido Néstor Kirchner.


Néstor Kirchner no ha sido un actor político más. Ha sido un líder, y como todo líder ha despertado en la ciudadanía fuertes apoyos y fuertes rechazos. Durante estos siete años de vigencia kirchnerista he convivido con representantes de ambos bandos siendo las posiciones un tanto irreconciliables. Yo he tendido a inclinarme por el sector crítico. Esto por lo siguiente. Si bien reconozco que este proyecto ha tomado medidas importantes para el país, nunca me gustó su estilo confrontativo con todos aquellos que no pensaran igual. Sin embargo e independientemente de esto, es innegable el legado que NK ha dejado no solo en la política sino también en la sociedad. Esto lo viví el Miércoles pues participé activamente en el censo. Al momento de recibir la noticia estaba en un aula rodeado (como era de esperar por lo dicho más arriba) de personas tanto afines como críticas al kirchnerismo. Pese a esto, hubo un único comportamiento: silencio y hasta tristeza. Este shock inicial se expandió a lo largo de toda la jornada censista. Se lo vio en los censistas y en los comentarios que ellos hacían respecto a la reacción de los censados (ej. Personas realizando el censo llorando por la noticia o pidiendo que le hagan el censo rápido que se quería ir a la plaza).


Sabiendo entonces que Néstor Kirchner ha sido el líder político del sector que hoy nos gobierna, la pregunta que surge es si su muerte puede generar un vacío de poder. Esta incógnita ha estado presente en los diferentes medios de comunicación (incluso haciendo una comparación entre este escenario y aquel entre Perón e Isabel en los años setenta). Desde mi punto de vista, les comento que no coincido con la postura del vacío de poder pues estamos en un escenario donde la institucionalidad no está en juego. A diferencia de los años setenta, hoy en día no es una opción la posibilidad de un pronunciamiento militar y además Cristina Kirchner tiene una fuerte imagen positiva en la sociedad, la cual se ha visto reflejada en estos últimos días. Por ende, la figura presidencial tiene una fuerza tal que sería muy difícil que un tercer actor o grupo de actores tenga la capacidad para eclipsar la capacidad de acción de CK pese a no contar ahora con el apoyo de su marido que era su principal sostén emocional y político. Esto nos lleva al siguiente punto.


Dejando de lado la cuestión del vacío de poder me inclino por otra problemática que tendrá respuesta solo con el tiempo. La muerte de Néstor Kirchner ha dejado a la presidenta sin su principal consejero. La pregunta es ¿quién ocupará ese lugar? Hoy esta pregunta creo que no tiene respuesta y como mucho podría aventurarse sobre algunas posibilidades ¿Máximo, De vido, Aníbal Fernández, Moyano? Todos estos actores tenían hasta el Miércoles un punto que los asemejaba. Todos “secundaban” a Nestor Kirchner en su consejo hacia la presidenta. Ahora bien, me pregunto nuevamente ¿quién ocupará ese lugar? ¿quién de ellos puede considerarse superior al resto para ocupar el lugar de principal consejero? Esta pregunta no es menor, pues ha surgido siempre ante la muerte del líder y ha sido señala por Weber como el principal problema del liderazgo carismático. ¿Quién ocupará el lugar que el líder ha dejado vacante? El tiempo nos dirá, solo esperemos que tanto oficialistas como opositores puedan darle a la presidenta la fuerza para seguir adelante (estemos de acuerdo o no con sus políticas).

Link con las 300 páginas más importantes de Ciencia Política

domingo, 5 de septiembre de 2010

El Link

http://ipsaportal.unina.it/

Los partidos políticos como actores claves para la Democracia

viernes, 3 de septiembre de 2010



Participé en el mismo seminario que se citó en la nota anterior. La diferencia está en que yo fui a la tarde y no a la mañana, hacía frio… Me voy a concentrar en una parte de la charla la cual me pareció sumamente preocupante viniendo de un politólogo. Dicho participante criticó a sus colegas que viven hablando de la necesidad de construir partidos políticos fuertes e institucionalizados para la calidad democrática. Él criticaba esta posición señalando que ya no hay que pensar así sino que hay que aceptar el escenario actual con esta suerte de partidos personalizados y no programáticos. Por lo tanto, los partidos políticos y su programa ya no serían actores fundamentales en la generación de las políticas públicas.
Básicamente esta es la posición que quiero comentar aquí por lo siguiente. La justificación del taller era el de “analizar las debilidades de la clase política latinoamericana y su impacto en la calidad democrática de los gobiernos.” Esto con el fin de “…pensar e imaginar soluciones que se puedan trasladar en políticas públicas para democratizar a los dirigentes, fortalecer a los partidos como espacios de debate ideológico y formación de cuadros, impulsar la circulación y movilidad de las élites y terminar con prácticas políticas corruptas construyendo sistemas de accountability”. Visto esto y teniendo en cuenta los dichos del participante arriba citado podemos preguntarnos las siguientes incógnitas. ¿Se puede pensar en una democracia fuerte sin partidos institucionalizados? ¿Los partidos personalistas pueden actuar como instituciones que impulsen la movilidad de élites, generar cuadros políticos y una accountability que posibilite el control para el no abuso del poder influyendo de esta manera en la calidad democrática? ¿Qué le brindan a la democracia los partidos personalistas por un lado, y los partidos institucionalizados por otro?
Brevemente intentaré responder estas preguntas. Respecto a la primer pregunta, la respuesta es positiva. Es decir, podemos pensar en una democracia sin partidos institucionalizados. Ahora bien, la cuestión está en COMO va a ser esa democracia. Esto es, un régimen democrático donde las fuerzas políticas no están institucionalizadas sino que dependen de liderazgos personales (con riesgo de desaparecer) no van a ser fuertes por dos cuestiones básicas. Por un lado, por la idea señalada por M. Coppedge de “darwinismo político” a partir del cual señala el problema de la aparición/desaparición de los partidos políticos de la arena política, siendo uno de los factores principales el fracaso electoral de los líderes. Es decir, ¿qué pasa cuando el líder político pierde una elección clave? Su fuerza política va a decaer y su presencia en la arena política estará en riesgo. Tanto la de él como la de su partido al ser una estructura débil centrada en su liderazgo. La segunda cuestión esta vinculada con la anterior. Si no tenemos partidos institucionalizados, con riesgo de desaparecer de la arena política, las políticas públicas no tendrán una cualidad necesaria para su éxito en el tiempo: la certidumbre. De nuevo, ¿qué éxito puede tener una política determinada cuando los actores pueden cambiar de un día para otro? Como podemos ver, estas dos problemáticas que aquí por cuestiones de espacio solo presento, ya de por si son sumamente relevantes en la construcción de una base sólida sobre la cual se aplica un régimen democrático.
La segunda pregunta viene de la mano con la anterior. Los partidos personalistas tienen la característica de ser maquinarias electorales para su líder. Es este el que tiene la última palabra respecto a las candidaturas y la agenda política. Por lo tanto, este tipo de partido político no puede ni generar cuadros ni mucho menos accountability cuando es un actor (el líder) quien determina la orientación de las cosas. Nuevamente, ¿podemos hablar de un régimen democrático en un escenario así?
Por último, ¿qué brindan los dos tipos de partidos? Para la democracia, desde mi punto de vista, el partido personalista no genera nada positivo para la fortaleza del régimen por las cuestiones que ya indiqué. Todo lo contrario sucede (o por lo menos habría más herramientas para que esto ocurra) con los partidos institucionalizados y fuertes. Generan certidumbre al ser actores reconocidos de la arena política, son instituciones relevantes en la generación de cuadros políticos futuros, promovedores de políticas públicas e instituciones que los actores políticos deben tener en cuenta para la aplicación de las mismas. Esto es, el partido político tiene voz de veto por lo que no solo le da fuerza al sistema sino que también lleva a que podamos hablar de accountability.
Visto esto, entenderán porque me pareció grave lo que señaló el colega sobre esta cuestión, más en un seminario que busca pensar sobre cómo hacer que nuestras democracias sean más fuertes. Por suerte, una de las coordinadoras del seminario pensaba igual y se lo hizo saber en la ronda de preguntas…

Liderazgo latinoamericano en discusión

jueves, 2 de septiembre de 2010

Esta mañana participé de un taller donde se debatió sobre liderazgo y política en América Latina, donde expusieron referentes políticos y académicos de Ecuador y Argentina. A raíz de la revolución política llevada a cabo por Rafael Correa (según concordaron en categorizar los participantes al actual gobierno ecuatoriano) surgieron diversos interrogantes de fondo que me parecieron de gran interés para la política regional actual.

Por ejemplo, mientras que algunos expositores defendían el estado democrático liberal –esto es, una democracia sujeta a la ley-, otros destacaron que el énfasis debía ser puesto en qué es lo que hace, y no tanto en el cómo se hace. En este sentido, una participante ecuatoriana destacó que la nueva Constitución de su país cambió la definición de “estado de derecho” por “estado de derechos”, según el cual los derechos individuales básicos (incluyendo a los derechos de segunda y tercera generación) están por encima de su reconocimiento legal, y, por consiguiente, legitimarían en última instancia cualquier tipo de proceder político en orden a su cumplimiento.

Uno de los panelistas destacó asimismo que lo imperante es que el gobierno sea de la sociedad y no de la política, y responda así a las necesidades de aquella. El punto es interesante, por ejemplo, a la luz del clientelismo político. Los políticos y analistas que avalaron este modo de comprender y valorar la realidad política coincidieron en no ver a dicha práctica política como mala en sí misma. Entre otras cuestiones se destacó que el clientelismo no sería efectivo si la satisfacción de las necesidades y derechos básicos (entendiendo a ambos en sentido amplio) estuviera universalizada; y que, por consiguiente, gracias al clientelismo ciertos sectores sociales acceden a bienes que de otro modo nunca accederían, ceteris paribus.

Otros de los planteos interesantes que surgieron fue el relativo al trade off que parecería existir entre transformaciones socio-políticas profundas y democracia. Esto es, ¿es posible cambiar el status quo sin restringir las libertades? Según muestra la historia parecería que no, pero el punto sería entonces preguntarse qué es más importante, si la trasformación social o el resguardo de las libertades individuales. Yo tengo mi propia opinión al respecto (y bastante opuesta a la aquí sugerida), pero creo que es pertinente el debate sobre ello, ya que no necesariamente debería tratarse de blancos y negros y probablemente pueda haber cierta graduación tanto en las transformaciones como en las restricciones de las libertades.

Y finalmente quiero compartirles otra cuestión de suma relevancia para la política latinoamericana: la predominancia de los liderazgos fuertes. Dentro de este enorme tema se destacaron dos cuestiones medulares: i) si este liderazgo es capaz de autolimitarse; ii) qué sucede con las reformas efectuadas por líder carismático cuándo éstos son derrocados o desaparecen de la escena política por la razón que sea. ¿Puede trascender la transformación al líder sin instituciones que lo respalden? Y este interrogante resulta particularmente oportuno en la medida que, de acuerdo a las experiencias latinoamericanas recientes, los movimientos transformadores cuasi revolucionarios han surgido no sólo al margen de las instituciones sino en contra de las instituciones existentes (a excepción de las elecciones).

Creo que las cuestiones señaladas y las reflexiones que los mismos puedan generan son de suma pertinencia e inminencia para los países de la región, y por eso quise compartirlos en el blog. Con esto abro la discusión para quien/es deseen hacerlo.

El poder provincial bien entendido

martes, 10 de agosto de 2010

Existe una idea falsa en el inconsciente colectivo de la opinión pública argentina: que le federalismo argentino es débil. La misma es constantemente recreada por cuantiosos formadores de opinión tanto a nivel nacional como provincial. Persistentemente se enfatiza la idea de que las (pobres) provincias son víctimas del todopoderoso presidente de turno (en especial cuando este es peronista). El actual debate entorno a la compra de senadores por parte del oficialismo (denunciado como "shopping" del gobierno nacional en el Senado) refuerza una vez más esta imagen ampliamente aceptada, aunque no por ello cierta.

El testimonio del senador radical por Santiago del Estero, Emilio Rached, se presenta como una evidencia más aparentemente irrefutable: durante la larga madrugada del 17 de julio del año pasado en que se votó en contra de la 125 en el Senado, éste abría recibido ofertas de todo tipo y presiones de parte del gobernador y la vice gobernadora de su provincia para que votara a favor. (ver entrevista en Perfil)

Que el Congreso es una instancia más donde la Nación negocia votos legislativos a cambio de beneficios para las provincias, es una obviedad que no resiste el menor análisis. Está bien que la oposición lo denuncie porque la utilización de esos instrumentos de cooptación de voluntades -de la que ellos carecen- los perjudica política y electoralmente. Y además, resulta consistente con la estrategia electoral opositora, ya que la corrupción -junto al desempleo y a la inseguridad- es un tema recurrente dentro de las preocupaciones del electorado.

Ahora bien, "el tango se baila de a dos", recuerda el dicho popular. El gobierno ofrece, el político provincial acepta; pero podría no hacerlo, como habría ocurrido con el voto del senador Rached en aquella oportunidad. ¿Qué quiero destacar con ello? Muchas cosas, pero sólo me detendré en una de ella: que los políticos provinciales -sea a través del gobernador, sea a través de los votos de sus diputados y senadores en el Congreso de la Nación- aceptan "bailar" con el gobierno nacional.

Desde la concepción que sostiene que el federalismo argentino es un mito y que en realidad se trata de un sistema descaradamente unitario se argumentará, lógicamente, que los políticos provinciales aceptan las ofertas que se les hace debido a su propia debilidad sistémica; es decir, sin esos fondos "extras", la provincia colapsa. Sin embargo, desde hace cierto tiempo ya, la ciencia política latinoamericana ha dado contundentes pruebas en sentido contrario.

Existe un amplio consenso entre los académicos especializados en política provincial argentina respecto a que los gobernadores son actores de gran poder en la política nacional.
Contrariamente con lo que se suele argumentar en la escena política y mediática, tanto el presidencialismo como el federalismo son instituciones fuertes en Argentina, y por tanto en lugar de extorsión, lo que prevalece entre los niveles de gobierno nacional y provincial son negociaciones que, de acuerdo a la disponibilidad de recursos que tenga el gobierno nacional de turno en un momento dado, serán más pacíficas o conflictivas.

Porque si los gobiernos subnacionales fueran tan dependientes de la figura presidencial como se tiende a creer, cómo se explica que haya provincias que desde 1983 hayan sido gobernadas siempre por un mismo partido político (y en ciertos casos por un mismo gobernador) cuando en la esfera nacional hubo tanta rotación partidaria? Cómo se explica que los Rodríguez Sáa tengan tanto poder en su provincias (con triunfos electores superiores al 80% de los votos) pese al extendido hostigamiento de las administraciones K?

Como argumenta Allynson Benton en un artículo de 2003 (ver), el quiz de la cuestión es entender que la relación entre el gobierno nacional y los gobiernos provinciales no es un juego de suma cero. Los líderes nacionales necesitan del apoyo provincial y con tal fin canalizan recursos y beneficios a las provincias, y quienes no lo hacen ponen en riesgo la gobernabilidad nacional. Por ello, destaca esta autora, el problema de la coexistencia de presidentes fuertes e institucionales federales fuertes aparece en los períodos de deterioro económico, donde el presidente carece de recursos para negociar apoyo con los gobernadores provinciales.

Con lo expuesto no pretendo convalidar la compra de votos por parte del gobierno nacional (sea este peronista, kirchnerista o radical) sino más bien desvictimizar a las provincias y atribuirles la responsabilidad que efectivamente tienen en las prácticas de la política nacional. Pero fundamentalmente, me he servido de esta problemática coyuntural para enfatizar que es inminente la inclusión de la política provincial en los análisis de la política nacional. El catalogar a las provincias como mendigas del gobierno nacional ciega la visión sobre la construcción real del poder nacional. Y en este sentido, para terminar, dejo para reflexionar un interrogante sin resolver, ¿Cómo se explica que tres gobernadores de provincias electoral y económicamente marginales hayan llegado a ser Presidentes de la Nación en los últimos 27 años?.