
Pido disculpas pero estos días estoy preocupado y desilusionado respecto a cómo vamos a festejar el bicentenario. Es decir, siendo esta fecha una en la cual la clase política podría mostrar signos de madurez pese a las diferencias existentes y concurrir de manera conjunta a los diferentes actos que se van a realizar, esto no ocurrirá. Hoy uno ve los diarios y encuentra como los profundos conflictos entre el gobierno y los sectores opositores se han trasladado a los festejos del bicentenario. A la existencia de dos tedeum que y hemos mencionado aquí (uno "oficialista" y otro "opositor") se suma la ausencia presidencial a la apertura del Colón o la no invitación a los actos oficiales del vicepresidente y de los demás ex presidentes constitucionales.
El hacer un tedeum fuera del tradicional en la Catedral Metropolitana ha sido una práctica común a lo largo del periodo kirchnerista por lo que no nos llama la atención. Sin embargo, si es preocupante el caracter antagónico de gobierno-oposición que se les quiere dar en esta oportunidad a los diferentes actos religiosos. Para algunos esto puede ser un dato menor, pero creo que estando en una fecha que debería ser de unión más que de confrontación, una actitud así (tanto de unos como de otros) atenta contra esa madurez que señalabamos recién.
Son los otros dos hechos que llaman más la atención. El fuerte enfrentamiento del gobierno con Macri por un lado, y con Cobos por otro, se ha trasladado a los actos. Hace ya unos días que se venía escuchando que desde el gobierno nacional se buscaría "tapar" la apertura del Colón ya que esta actividad (la más importante organizada desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) podría ser vista como una obra pública cuya promoción favorecería a Macri. Si bien esto no escapa a un supuesto o tal vez a la expresión de una opinión mal intencionada, la ausencia del gobierno nacional en el Colón será, según parece, una realidad. Las razones esgrimidas refieren al enojo presidencial por los agravios desde el macrismo. Esto es cierto, sin embargo la utilización de la descalificación también es una herramienta en el gobierno nacional hacia los opositores. Una muestra de esto es lo que hasta el día de hoy es la negativa a la invitación del vicepresidente a las actividades del bicentenario. Consultado por esta cuestión, el jefe de gabinete Aníbal Fernández señaló que "se hace complicado" invitar a Cobos porque no se sabe "exactamente en condición de qué habría que invitarlo". Nuevamente, varios puede decir que estas actitudes son parte de la tradicional interna política. Sin embargo, me parece que la interna ha pasado a ser crispación porque si no hubiese llegado a esto el escenario político actual, no tendríamos la existencia de diferentes actos que reflejan la separación más que la unidad nacional. Uno podría decir al respecto que estar juntos "sería hipócrita, no se quieren, piensan diferente, etc.". Esto es innegable, pero como nos recuerda Robert Dahl la existencia de posiciones contrarias es parte de todo gobierno democrático. La incapacidad de reconocer esto por parte de los actores políticos nacionales atenta pues contra la madurez de la misma. Es esta imagen de inmadurez, me parece, que le está brindando la clase política a la ciudadanía y la que le está dejando a la posteridad. Lamentablemente un acto que debería ser de unidad terminará siendo un rejunte de diferentes actos político-partidarios. Pido disculpas nuevamente, pero como se darán cuenta ando desilusionado con el bicentenario...